Cuando hablamos de desarrollar proactividad en equipos de trabajo, estamos diciendo desarrollar una actitud o una forma de posicionarse en las situaciones, que va más allá de desarrollar una competencia, e implican, tanto a la figura del líder y su estilo de liderazgo, como a la cultura organizacional.
La proactividad es la capacidad de aportar, de dar, de tener iniciativa y generar ideas y elementos que hagan crecer al grupo de trabajo y a la actividad que estamos desempeñando.
En el lado opuesto, nos encontramos con la reactividad, que sucede cuando no tenemos la capacidad de anticiparnos a las situaciones, y solo actuamos movidos por la necesidad de cambio. En definitiva, cuando las circunstancias nos empujan a actuar.
¿Qué es la proactividad profesional?
Con términos más especializados, la proactividad es un concepto generado por el tratamiento de la psicología del trabajo y de las organizaciones, y que hace referencia a la actitud en la que una persona / trabajador (o una empresa) es totalmente responsable, y asume el absoluto y pleno control sobre su conducta de modo activo. Es decir, toma la iniciativa en el desarrollo de actividades creativas, genera mejoras y aporta valor real y en primera persona.
En conclusión, ser proactivo es asumir la completa responsabilidad de tu papel en cualquier acción o situación en la que participes y anticiparte a todo aportando con iniciativa.
En sí mismas, proactividad y reactividad son 2 posicionamientos complementarios, y su eficacia depende de la situación y de sus elementos. Por ejemplo, estás en una situación de peligro real e inesperada, ya que, paseando por el bosque, te acechan lobos. La actitud adecuada es la reactividad, es decir, reaccionar al peligro que te acecha, que no has visto venir y que además, desconoces su magnitud.
Pero si estás tratando de cerrar un acuerdo comercial, y no has tenido la iniciativa (proactividad) de saber más sobre tu cliente, del sector en el que opera, de su competencia, así como de la tuya, existe una probabilidad alta de que alguien sí obtenga esa información, y haga una propuesta más adecuada y óptima para el cliente que pretendes conseguir.
La proactividad, por tanto, es un valor de actividad, un motor de cambio y un generador de oportunidades.
La proactividad en los equipos de trabajo
Un equipo de trabajo proactivo, por tanto, reúne una serie de destrezas que les permite:
- Adaptarse rápidamente a los cambios
- Gestionar la incertidumbre de forma más positiva
- Orientarse mejor hacia los resultados
- Anticiparse y prevenir futuros problemas
- Desarrollar un mayor nivel de compromiso en los proyectos en los que participan
- Permanecer atentos a las nuevas oportunidades que van surgiendo con el devenir de las circunstancias
En contraposición, se encuentran los equipos de trabajo reactivos, en los que el equipo ha perdido la capacidad de anticiparse a las situaciones, y solo actúan movidos por unas circunstancias que les acechan.
Pero el que un equipo de trabajo sea reactivo o proactivo no solo depende de las actitudes individuales de sus miembros. El líder y la cultura de la Organización son factores muy relevantes para desarrollar la proactividad. De ellos depende, fundamentalmente, el que un equipo se convierta en agente de cambio.
¿Cómo desarrollar proactividad en equipos de trabajo?
El líder del equipo juega un papel crucial para desarrollar la proactividad en los equipos de trabajo. Para empezar, hay que encarnar las cualidades que pretendes desarrollar en tu equipo, por lo que el líder debe ser proactivo.
Lo siguiente es promover acciones que motiven cambiar hacia una forma de trabajar más proactiva. Por ejemplo:
- Involucrando al equipo en los objetivos de la empresa, permitiendo que se alineen
- Motivando al equipo para superar desafíos juntos, con cohesión
- Promoviendo que haya diferentes formas de hacer las cosas, con puntos de vista diferentes
- Permitiendo que sean ellos los que tomen decisiones y asuman los posibles errores sin miedo
- Eliminando el drama por situaciones complicadas o problemas, viéndolos como oportunidades para aprender y crecer
En definitiva, es importante desarrollar equipos de trabajo proactivos, ya que, además de generar ventajas competitivas, los equipos y las empresas son más fuertes cuando deben enfrentar alguna crisis, y más ágiles para adaptarse a los cambios, y más dinámicas para ofrecer respuestas y soluciones.
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