Como introducción a este post, cabría diferenciar los conceptos liderar y ‘mandar’, puesto que un buen líder tiene como principal objetivo cuidar (o velar) por su organización, y su meta secundaria (pero muy necesaria) es la satisfacción de los empleados en relación al trabajo que desempeñan. Estas son algunas de las características básicas del líder: entusiasmo, visión de futuro, ‘escucha activa’, buena imagen, resolutivo, capacidad para tomar decisiones, honestidad, …
Realmente es complicado liderar una organización, y al mismo tiempo una empresa no puede funcionar bien si el líder que está al frente no sabe asumir su papel. Un papel que está a medio camino entre la autoridad y el poder, pero también en la forma de ejercerlos; sin perder de vista que la primera uno se la debe ganar, más que imponer a los demás. En este sentido que acabamos de apuntar, cabría revelar que un líder no posee características que lo sitúen ‘por encima’ de los trabajadores, y tampoco es conveniente que ejerza con paternalismos. Los resultados a veces no son más que producto del tipo de liderazgo empresarial asumido.
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