La Inteligencia emocional es un conjunto de destrezas y habilidades sociales indispensables para nuestro desarrollo personal y profesional. Empecemos por el principio, conociendo los 5 componentes de la Inteligencia emocional, y de ahí, podremos seguir subiendo peldaños.

A estas alturas habrás escuchado mucho sobre Inteligencia Emocional, e incluso, habrán caído en tus manos numerosos textos, libros y audios sobre este tema. Y es que si algo es necesario en el escenario actual es, sin duda, la inteligencia emocional. Pero, ¿qué es exactamente?
¿Qué es la inteligencia emocional?
El término inteligencia emocional fue popularizado no hace demasiado tiempo por el gran psicólogo, periodista y escritor, Daniel Goleman. Seguramente te suene bastante su nombre y hayas visto en numerosas ocasiones su libro más famoso “Inteligencia Emocional”. Un tratado magistral sobre la importancia y el valor de esa capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar los estados emocionales de uno mismo, pero también, de los demás.
Y es que si hay algo que juega un papel fundamental y vital en nuestras vidas, esas son, sin duda, las emociones. Son espectacularmente importantes porque si no hacemos una adecuada gestión de ellas, nos condicionan en todas las áreas de nuestra vida. Desde una decisión de trabajo, las relaciones personales de amigos – familia – pareja, incluso en nuestro momento a solas con nosotros mismos… Las emociones nos pueden bloquear, secuestrar y alienar.
Pero durante muchos años, han sido las grandes olvidadas de las filosofías de pensamiento y de las corrientes científicas de cada momento de la sociedad. Las emociones eran esas incómodas reacciones que hay que tapar y dejar a un lado porque nos interrumpían y nos hacían retroceder o quedarnos anclados.
Beneficios de la inteligencia emocional
Nuestra sistema educativo se ha basado, fundamentalmente, en desarrollar la inteligencia académica, proporcionando conocimientos y capacidades muy válidas para afrontar la etapa adulta, pero dejando a un lado la inteligencia que nos permitiría afrontar mejor nuestros estados emocionales.
No nos enseñan a manejar la frustración, ni ha desarrollar la empatía, ni la asertividad, ni la resiliencia, ni a dar soluciones creativas a los problemas,... En el mejor de los casos, cuando nos convertimos en adultos, nos queda el infalible, a la par que básico, método humano de aprendizaje por "ensayo-error".
En consecuencia, de unos años a esta parte, estamos cambiando la valoración que le damos a la gestión emocional, quizás por necesidad ante el rumbo que está tomando la vida, o porque entendemos que las emociones son una parte fundamental de nuestra existencia, pero nos queda aceptar el enorme poder que tienen, ya que, con una adecuada gestión, son grandes generadoras de cambios.
5 componentes de la inteligencia emocional
Goleman es uno de los grandes estudiosos de la inteligencia emocional y por ello, y para que se entendiese bien y a niveles sociales y coloquiales, empezó por trazar y definir los conocidos 5 componentes de la inteligencia emocional. Cualquier persona puede adquirir estas habilidades, y aunque sí podemos tener un buen punto de partida de forma natural, como todo, la práctica produce el perfeccionamiento y los buenos resultados.

Según Goleman “todos llevamos un genio emocional dentro al que hay que desbloquear, al que hay que dar alas y herramientas para alcanzar el bienestar”, así que démosle esas alas y esas herramientas para que pueda ir hasta otro nivel de consciencia plena consigo mismo.
Los 5 componentes de la inteligencia emocional son arterias psíquicas que nos ayudarán a trabajar nuestras emociones de forma concisa y determinante.
Eso sí, no creamos que con leer esto u otros contenidos sobre inteligencia emocional lo tenemos todo hecho. Si algo necesita esta cualidad es de trabajo, compromiso, voluntad y apertura. Sin eso, no se podrá avanzar.
Autocontrol
Saber controlarse y sobre todo, auto-regularse es uno de los aspectos más importantes de la inteligencia emocional. Con la edad, sobre todo a partir de los 7 años, empezamos a tener consciencia de nuestros impulsos y aprendemos que no podemos dejarlos campar a sus anchas. Es cuando comenzamos a trabajar el autocontrol y cómo ésta es una herramienta puesta a nuestro favor en muchas ocasiones.
No tener autocontrol en nuestra vida adulta puede llevarnos a consecuencias nefastas y difíciles de revertir. El autocontrol nos ayudará a no involucrarnos o exagerar determinadas circunstancias, no entrar en peleas ni salirnos “de madre” cuando no corresponde.
El autocontrol es la base de toda buena gestión emocional y nos ayudará a templar nuestras emociones ante cualquier situación.
Conocimiento de uno mismo
Es la capacidad para conocer nuestras fortalezas y debilidades. No conocernos es una gran carencia, porque no entenderemos nuestras reacciones, ni que las impulsa. No empleamos tiempo, energía ni dedicación en saber cómo somos, qué necesitamos y cómo podemos atendernos. Siempre, todo empieza por uno mismo, por cuidarnos, por escucharnos, por conocernos.
Cuando juzgamos al otro, diciéndole lo que tiene que hacer desde una posición en la que no somos parte interviniente es otra manifestación de que no nos conocemos a nosotros mismos.
¿Sabes el dicho o la máxima de no podemos cuidar a otros si nosotros no sabemos cuidar de nosotros mismos? Pues igual para este caso. Tenemos que conocernos para poder atender, escuchar y tratar al otro con inteligencia emocional, con empatía y con generosidad.
Automotivación
La motivación es la gasolina que alimenta el motor y que nos impulsa a la acción. Las personas podemos motivarnos por factores externos, por ejemplo, por la expectativas de lograr alguna meta u objetivo, pero la verdadera fuente de motivación, la más duradera y resistente se halla dentro de nosotros.
La automotivación es fundamental para que cada día nos levantemos de la cama ilusionados y afrontemos nuestras tareas desde un punto de vista y con actitud positivas e ilusionantes.
Si queremos desarrollar la inteligencia emocional tenemos que tener un escenario mental saludable, y eso pasa por estar automotivados hacia la vida en general, hacia todo lo que nos rodea. Por supuesto puede haber momentos más complicados, en los que la motivación desciende, pero lo que importa es poder identificarlos y buscar la forma de recuperarla.
Empatía
La empatía es una de las habilidades estrella de la inteligencia emocional. Saber escuchar al otro, pensar y sentir desde sus zapatos, y considerar su escenario tal y cómo él / ella lo está viviendo es indispensable para poder emitir una opinión que, de verdad, sirva y ayude a la otra persona.
Es muy sencillo decirle al otro lo que tiene que hacer desde nuestras gafas y nuestros zapatos, pero eso no ayuda, sino que genera dolor y frustración o sentir que no somos entendidos.
El propósito de la empatía no es complacer a todo el mundo sintiendo sus emociones. Es más bien cubrir unas necesidades muy humanas de sentirnos respetados y que nos escuchan, con un impacto enorme en la satisfacción personal y en el trabajo.
La empatía se trabaja y se puede desarrollar, y tiene mucho que ver con otra competencia que es el Liderazgo. Los buenos líderes saben aprovechar la empatía para crear mejores vínculos emocionales con sus equipos de trabajo.
Habilidades sociales
Y por último, pero no menos importante, las habilidades sociales son esenciales si queremos trabajar nuestra inteligencia emocional. Para desarrollar una correcta y saludable comunicación con otras personas a todos los niveles (profesional, personal), necesitamos tener buenas habilidades sociales.
Hay siempre que tener en cuenta que cada uno somos personas diferentes que tenemos nuestras situaciones personales, y que ello nos condiciona a la hora de relacionarnos con los demás. Si no tenemos unas óptimas habilidades sociales no podremos encajar reacciones adversas o que no nos gusten de los demás.
Ahora ya conoces los 5 componentes de la inteligencia emocional. ¿Cómo trabajarlos? Con programas de Liderazgo e Inteligencia emocional. Nosotros en Amazonia Team Factory nos enfocamos en la gestión emocional. ¿Hablamos?