La era que nos ha tocado vivir está sostenida por los pilares del conocimiento. La información fluye libremente gracias a las tecnologías de la información, es posible conocer prácticamente cualquier dato haciendo una simple búsqueda en Internet... Y los trabajadores más valiosos lo son por su conocimiento adquirido.
No hablamos del simple conocimiento académico. La naturaleza de los proyectos que debe abordar una empresa cambia constantemente y muy deprisa para adaptarse a un mercado habitualmente saturado cuyas demandas mutan a una velocidad extraordinaria.
En este entorno, trabajadores que han demostrado su capacidad para asimilar nuevos conocimientos y para sacar adelante proyectos en entornos de gran incertidumbre se convierten en piezas cada vez más importantes.
Un gran número de compañías buscan al profesional perfecto para retos de esta índole continuamente. Otras deciden asumir la formación de este perfil de trabajador. Sin embargo, el reto de las empresas en este entorno laboral no es solamente atraer talento para contar con los trabajadores mejor cualificados en sus áreas, sino retener este talento. El coste de perder a un gran profesional es enorme comparado con los beneficios que aporta que éste permanezca dentro de la empresa.
No es extraño encontrar el caso de un equipo que se construye con un fin específico. Sus componentes trabajan duro durante un par de años, creciendo como profesionales y convirtiéndose cada uno en una pieza valiosa por sí mismos. No solo eso, a lo largo del tiempo el equipo ha desarrollado una mecánica de grupo que hace que todos juntos sean mucho más eficaces que cada uno de sus miembros por separado. Hemos conseguido alcanzar el objetivo que persigue todo empleador, construir un gran equipo.
A medida que pasan los meses, los miembros del equipo comienzan a darse cuenta de que realmente han crecido bastante como profesionales. Algunos comienzan a tener la sensación de que su sueldo es demasiado bajo, otros creerán que su situación es injusta teniendo en cuenta los conocimientos que han adquirido, habrá unos pocos que deseen asumir más responsabilidades… Si se ponen a pensar fríamente, nada los ata realmente a la empresa en la que trabajan. Muchos empezarán a mirar hacia fuera y explorar el mercado laboral en busca de oportunidades que satisfagan sus nuevas necesidades. Y así comienza el lento goteo que desangra frecuentemente a los equipos altamente eficaces. Se podría decir que mueren de éxito, tanto individual como colectivo.
¿Cómo retener entonces a los miembros de estos valiosos equipos? Una fórmula que ha demostrado ser muy exitosa es la de cultivar el sentimiento de compromiso entre el trabajador y la empresa. El tan deseado engagement.
Existen varias formas de compromiso que podemos fomentar desde una organización:
Compromiso entre el profesional y la organización
Un trabajador se sentirá mucho más vinculado a una empresa si esta lo ha tratado como un ser humano en vez de como un recurso. Detalles como una cesta de navidad, un día de relax después de un periodo con mucha presión, reconocimiento a un trabajo bien hecho o una celebración en grupo pueden ayudar a crear el sentimiento de que la empresa se preocupa del bienestar de los empleados.
Resulta mucho más difícil abandonar un lugar en el que te sientes bien tratado.
Compromiso entre el profesional y el equipo
La empresa es el estandarte bajo el que pelea un profesional, pero el equipo es realmente por quien pelea. Está demostrado que los equipos en los que reina un buen ambiente y la comunicación es más fluida, la productividad experimenta un incremento espectacular. Cuando un equipo está inmerso en el día a día es muy complicado modificar su forma de relacionarse para mejorar el engagement, por lo que son recomendables actividades que rompan con la rutina y diluyan durante unas horas la dinámica habitual.
Resulta mucho más difícil abandonar un equipo en el que te sientes respaldado y valorado.
Compromiso entre el profesional y los compañeros
Las organizaciones están formadas en último término por personas. Aunque, como ya hemos visto, hay varios niveles de compromiso dentro de las organizaciones, todos están basados en los sentimientos subjetivos de cada indivíduo. Sin lugar a duda, los lazos que más engagement crean son los lazos que nacen de las relaciones interpersonales. Por desgracia, los vínculos de amistad tienden a forjarse fuera de la oficina. Es por esto que en algunos equipos se fomentan prácticas como tomar unas cañas un día a la semana, cursos ocasionales a los que asisten pequeños grupos o actividades deportivas fuera del horario de oficina.
Resulta mucho más difícil abandonar un trabajo en el que tienes amigos.
Cultivando los lazos de compromiso entre un profesional y los diferentes elementos que componen una organización podremos rentabilizar en el tiempo el esfuerzo estructural que supone la creación y el desarrollo de un equipo de profesionales eficiente. Y lo mejor de todo es que lo conseguiremos fomentando el lado más humano del mundo profesional: el bienestar personal, las relaciones de amistad y el buen ambiente dentro de la empresa.
Escrito por Daniel Grifol