La dimensión humana del trabajo

La dimensión  humana del trabajo

Es sorprendente lo fácil que resulta olvidarnos de que estamos trabajando con seres humanos y no con androides diseñados para estar sentados a nuestro lado ejecutando las tareas para las que han sido programados.

Nosotros, como nuestros compañeros, nuestros jefes y nuestros subordinados, somos seres humanos que nos regimos por los códigos de conducta universales que han mantenido unida a la humanidad desde el albor de los tiempos: la comprensión, la solidaridad, la compasión, la ilusión por mejorar...

Teniendo esto presente, solo es necesario usar nuestro sentido común para mejorar nuestras relaciones en el trabajo. Está comprobado que las personas que son más felices en su trabajo no son las que desempeñan mejor su labor, sino las que se sienten más valoradas a nivel personal por sus compañeros y sus jefes.

Puede resultar muy frustrante que un compañero haya cometido un error grave que afecta directamente a tu trabajo, que esté muy descentrado o que sientas que rinde menos que tú. Probablemente no se deba a una incapacidad intrínseca para hacer el trabajo o que haya querido hacerlo mal a drede, lo más probable es que se vea afectado por algún factor “humano”. Puede que se sienta enfermo, que esté preocupado por algo, que se sienta deprimido...

Normalmente, la actitud más acertada es ponerse en la piel del otro e intentar comprenderle. Si tenemos una buena relación, podremos incluso preguntarle si le preocupa algo. Con esto nos ponemos a su disposición a la vez que le dejamos ver que somos conscientes de existe un problema y que este problema que te afecta a ambos.

Una actitud positiva es fundamental en este proceso. Decirle a alguien que no te importa que su hijo pequeño tenga cólicos por la noche y que tú necesitas los resultados del informe para las 3pm, no te va a llevar a ningún sitio y minará la relación con tu compañero.

  • Dejas claro que tu trabajo es tuyo y su trabajo es suyo, destruyendo la responsabilidad del equipo.
  • Refuerzas la idea de que lo que te preocupa de tu compañero es el resultado de su trabajo y no tu compañero mismo, deshumanizando la relación.
  • Mantienes una distancia que puede ser contraproducente en el futuro, cuando vivas algún suceso que requiera cierta comprensión a nivel humano.
  • Alimentas una animosidad que no es necesario que exista. Si alguien ha fallado y es consciente de que ha fallado, el que alguien le recrimine que ha fallado y se enfade por ello no puede tener efectos positivos en la relación.

Sin embargo, si te pones en su lugar y le dices que tú también lo pasas mal cuando vienes a trabajar después de pasarte la noche en vela y le preguntas cómo puede ayudarle a tener el informe para las 3pm, conseguirás el mismo resultado con más beneficios. Con esta actitud estás dejando ver que:

  • Sois un equipo y el trabajo es responsabilidad de ambos. Si bien es cierto que cada uno tiene su propio rol específico, el resultado global del equipo es lo importante. Esto es lo que diferencia un equipo de un grupo de personas.
  • Aunque necesitas que el trabajo esté hecho, comprendes el esfuerzo que supone debido a las circunstancias. Este simple gesto puede hacer que tu compañero se esfuerce de nuevo la próxima vez.
  • Refuerzas el compromiso entre ambos y estableces un lazo que puede resultar beneficioso en el futuro. Puede que lleguen los días en los que te toque a tí pasar la noche en vela y necesitarás comprensión por la otra parte.

La máxima de tratar a los demás como te gustaría que te trataran a ti toma una dimensión especialmente relevante cuando hablamos del entorno laboral, que suele ser hostil y estresante.

Esto no significa desde luego que hagamos siempre el trabajo de nuestro compañero o que nos tengamos que desvivir por ayudar a la gente que nos rodea en el trabajo. Como siempre, las situaciones hay que contemplarlas individualmente y actuar de una forma equilibrada acorde con la situación general.

Precisamente porque el trabajo es un entorno que tiende a ser hostil por naturaleza, muchas de las cosas que ocurren a diario se magnifican. Cualquier hito puede suponer un punto de inflexión en el que ganarnos la gratitud de un compañero o en el que la perderemos.

Por fortuna, nada dura para siempre. Una gran parte de la vida se pasa en el trabajo y los hechos puntuales tienden a quedar diluidos en un mar de jornadas. Puede que una situación concreta nuestra le haya sentado mal a un compañero, pero es nuestra actitud sostenida en el tiempo lo que va a hacer que nos considere un aliado o no.

Si una persona es de confianza 98 veces de cada 100, diremos probablemente que es de confianza.

Si una persona te defrauda 98 veces de cada 100 y es completamente impermeable a tus esfuerzos por mejorar las cosas, no esperarás que haga un buen trabajo en la ocasión 101.

Si una persona te defraudaba 98 veces de cada 100 pero hace meses que hace un buen trabajo y ha cambiado este ratio a 40 de cada 100, probablemente pienses que las cosas están cambiando y decidas darle otra oportunidad.

Porque seamos sinceros, en el trabajo nos necesitamos los unos a los otros. Estamos condenados a entendernos.

En definitiva, si quieres cambiar las cosas y hacer que tu entorno de trabajo sea más amable, solidario y humano, la mejor forma de hacerlo es empezar por ti mismo. Si tienes personas a tu cargo y quieres trabajar en una dimensión mayor, prueba a realizar una de nuestras actividades de team building para empresas para que todos puedan encontrar ese "lado humano" en quien tienen a su lado.

El poder de las relaciones humanas está bastante menospreciado en las prácticas de empresa habituales y no se enseña en las universidades, pero es una asignatura que no deberíamos pasar por alto si queremos un entorno laboral sano y productivo.

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