Errores básicos de comunicación que destruyen el clima laboral

Dos personas ponen mala cara mientras otra habla

Más allá de las malas contestaciones o los ataques explícitos se esconde un abanico de fails de comunicación basados, a menudo, en el silencio o los dobles sentidos.

No solo hay que cuidar lo que transmitimos (tanto a través de comunicación verbal como de no verbal) en los actos públicos. En las relaciones del día a día con los compañeros de trabajo debemos evitar las «bolas de nieve»: posturas y reacciones que se van acumulando hasta crear un clima nocivo para la convivencia. A veces, las personas no se dan cuenta de que caen en estas malas prácticas de comunicación con sus compañeros:

1. Solo pedir y criticar, nunca ofrecer y alabar

Si hicieras una lista de los motivos por los que te has dirigido a algún compañero durante la última jornada, dividiendo los mismos en positivos y negativos, ¿cuál es el resultado? Cuidado con levantarse de la silla o descolgar el teléfono solo para pedir y exigir cosas. Si no hay un equilibrio, te pasará como al perro de Pávlov: asociarán tu presencia con algo negativo.

2. Pagar con los compañeros un mal día

Todos tenemos días malos. No siempre tenemos que estar sonriendo, pero sí debemos intentar reconocer que estamos de mal humor e intentar ser prudentes en esos momentos: nuestros problemas personales no justifican una mala contestación, y una actuación impulsiva exagerada es después muy difícil de borrar de la mente de los demás.

3. Mostrar desinterés

Nuestros compañeros de trabajo son las personas que más tiempo vemos al día, a menudo más que a nuestros propios amigos. Somos libres de querer compartir con ellos información o anécdotas, pero si ellos eligen hacerlo, debemos mostrar respeto e interés. ¿Qué impresión te da un compañero con el que decides compartir algo importante y sigue tecleando en su portátil?

4. Mostrarse pasivo-agresivo

Es fácil situarse en una posición cómoda en la que no nos damos por enterados de algo. Por ejemplo, cuando alguien está sugiriendo a un grupo de personas que necesita ayuda sin dirigirse a nadie en particular. Si descubren nuestra pasividad o nos recriminan nuestro silencio, basta con mostrarse ofendido y exclamar: «¡pero si no me has preguntado nada directamente!» Este tipo de comportamiento no es tan inteligente como pueda parecernos: nuestro egoísmo y nuestra reticencia a salir de la zona de confort quedan al descubierto. «Hacerse el sueco» no suele funcionar: debemos gestionar nuestras relaciones con los demás siendo francos y evitando el «teatro».

5. Dar respuestas cortantes

A veces no lo podemos evitar. Hay un compañero que te ha sacado de quicio, sabes que tienes la razón y que puedes quedar bien si le dejas en evidencia diciendo algo cortante en un determinado momento. Cuidado: seguramente la euforia del momento no compense las repercusiones que eso tendrá para ti. No solo con ese compañero, al que generarás desconfianza y que procurará guardar distancias contigo o contraatacar, sino también con los demás: ¿qué imagen da una persona capaz de dejar mal a un compañero abiertamente y sintiéndose superior por ello?

6. Mostrar posturas absolutas

Las típicas personas que dicen «yo eso no lo hago» o «elegid el sitio que prefiráis, pero yo ahí no voy» son personas con poca inteligencia emocional. No son capaces de hacer valer sus argumentos, por lo que tienen que elegir una postura infantil. Estas expresiones absolutas son un escollo para una discusión razonable, y los participantes en el debate ven limitada su libertad. Escuchar, ser flexible y ceder son siempre mejores opciones.

7. Disfrazar las cosas de lo que no son

¿Cuántas veces te han asignado un «marrón» de trabajo con buenas palabras y llamándote «cariño»? ¿Cuántas veces te han preguntado si te parecía bien hacer algo cuando no tenías la opción de decir que no? ¿Cuántas veces, en el ambiente laboral, te has encontrado con tabús a la hora de hablar de determinados temas (por ejemplo, de dinero)? Aunque busquemos la cercanía entre compañeros de trabajo, lo cierto es que estamos en un entorno profesional: no deja de ser normal que haya órdenes, problemas, resultados negativos… Hay que tratar ser francos y claros en estos casos y no intentar disfrazarlos de lo que no son.

8. Tomarse demasiadas confianzas

Debemos ser buenos observadores y entender de forma realista qué confianza nos está otorgando cada uno de nuestros compañeros. Nuestra relación no puede ser igual con todos, por lo que no debemos incomodarles con un determinado lenguaje o inmiscuirnos en su vida personal si no nos han permitido ellos esa licencia.

En resumen, la cohesión y la confianza son valores que se consiguen trabajando mucho una manera de comunicarse franca, directa y fluida, y sobre todo escuchando y entendiendo las reacciones de los demás.

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