La motivación es una de las cualidades más perseguidas en todos los equipos de trabajo. Estar motivado o no puede llevar al triunfo o al fracaso a un equipo y/o a un proyecto. Sin motivación profesional (que es la que nos ocupa aquí), es imposible realizar un buen trabajo, un trabajo de calidad y mucho menos, llegar al nivel de excelencia.
¿Qué nos hace estar motivado? ¿Cuál es el principal motivo o los motivos por los que perdemos esa motivación necesaria?
LA MOTIVACIÓN
La motivación es fundamental si queremos, ya no solo tener un buen equipo, sino para nosotros mismos como individuos, estar motivado es vital para abordar cualquier proyecto personal o profesional. Pasamos más de la mitad de nuestro día (mucho más a veces aunque no sea nada recomendable, el equilibrio es lo adecuado) trabajando. Si aquello a lo que dedicamos tanto tiempo y energía no nos motiva, es literalmente imposible que seamos felices.
Sin motivación profesional, sin que nos guste y nos emocione aquello que hacemos, estaremos en una situación de completa y absoluta desidia. Será natural y humanamente imposible que aportemos calidad a nuestro trabajo. Sin motivación, la creatividad desaparece, no podremos aportar nuestra valía… Y la productividad profesional desaparecerá.
En este escenario, estaremos cumpliendo con las obligaciones y tareas básicas, sin más. Y eso, a cualquiera, pronto le llevará a un estado de frustración y desencanto con uno mismo que generará insatisfacción absoluta. El bucle y descenso veloz provocado por la falta de motivación está en marcha.
Por supuesto, estar desmotivado profesionalmente entra en correlación directa con la insatisfacción laboral, y afectará y mucho, a nuestra vida personal. Alguien desmotivado profesionalmente, que no le gusta su trabajo o que sabe que no está dando todo lo que puede o le gustaría, llevará esa insatisfacción a su vida, porque al final, se hace muy complicado separar al profesional del individuo.
La motivación no es ni más ni menos que una actitud que adoptamos ante los retos y desafíos. Los grandes profesionales y equipos de trabajo buscan las fuentes de motivación dentro de ellos, explorando formas de automotivarse y de estimularse para conseguir los objetivos.
LA DESMOTIVACIÓN
Lo más importante para solucionar la falta de motivación es, no entrar en ella. Es labor de los líderes de las compañías y de los equipos, estar “ojo avizor” para detectar cuándo está produciéndose un episodio de falta de motivación. Ahí es el momento de actuar. Puede que ocurra porque el equipo ha entrado en desidia de hacer siempre lo mismo, porque no se siente reconocido, porque no se encuentra ese espacio de “pertenencia al grupo – la empresa”. Sea por lo que sea, hay que identificarlo a los primeros indicios.
Una vez que se sabe que puede empezar a haber desmotivación por parte del equipo, hay que poner medidas. Organizar sesiones de team building suelen ser realmente efectivos para trabajar la pertenencia, confianza y la valoración, ya que aprendemos a estar en el equipo de una manera más coherente, ordenando el sistema. Romper con la rutina, conseguir que todos puedan tener un día con sus compañeros alejados de las responsabilidades, estar en un entorno diferente… Todo es una oportunidad para recuperar energías y por ende, la motivación.
TIPOS DE MOTIVACIÓN LABORAL
Pero si hay algo que te ayudará a hacer que tu equipo recupere la motivación eso es conocer los tipos de motivación laboral. Ayúdate de lo que ya existe para saber qué elegir y qué tendrá más efecto en tu equipo. Destaquemos entonces los tipos de motivación laboral que existen de forma principal y así podremos llegar a generar equipos motivados:
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Motivación Intrínseca
Es la motivación que tiene el propio trabajador. La suya propia, la suya interior. Esa que nace de uno mismo, de querer hacer aquello que tiene entre manos de una manera excepcional. Su propia superación y ganas. Su ilusión.
Todos queremos sentirnos realizados, únicos, especiales y sobre todo, que somos buenos en lo que hacemos. Ahí está la motivación intrínseca.
Es fundamental que todos la tengamos y cuando esta se pierde, hay que analizar por qué. Quizás porque lo que estábamos haciendo ha perdido el interés para nosotros, porque ya hemos conseguido los logros marcados… Analicemos de dónde nace esa motivación interior por algo en concreto. Cuando aprendemos a conectarnos con nosotros mismos, a escucharnos y conocernos, la motivación intrínseca es la motivación más poderosa que existe.

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Motivación Extrínseca
Es la generada por el exterior, es decir, los factores que están interviniendo en esta motivación no dependen del individuo sino que vienen de fuera.
Podemos incluir en esta categoría el sueldo, los beneficios sociales de ese trabajo, ventajas diferentes añadidas al entorno profesional, reconocimiento… Todo lo que la empresa puede generar para que el empleado se sienta motivado y conseguir un resultado positivo de parte de su equipo.
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Motivación Trascendente
Los terceros son los beneficiados. Es esa motivación que no depende de nosotros ni de los beneficios que nos den otros por nuestro trabajo sino que estaremos motivados de forma trascendente cuando un tercero se beneficia de lo que yo hago.
El ejemplo más claro de esta motivación es cuando colaboramos de forma altruista con una ONG. Ahí sólo perseguimos hacer feliz a un tercero que incluso ni conocemos, pero nos motiva el hecho de ayudar y aportar, de sumar en una causa.
Ahora que ya conocemos las tipologías de motivación más habituales, es el momento de ponerse a trabajar con ellas para conseguir un equipo motivado. Siempre puedes poner en práctica como decíamos actividades de Team Building que ayuden a todos a ver otro aspecto de la empresa y recuperar esa motivación tan necesaria.
Hasta la próxima!